Tres chicas firman un álbum de debut desconcertante y conmovedor en dosis iguales: experimentación, melodías extrañas, letras fantasmales y una valentía poco habitual.
Qué: Disco (independiente)
No hace falta escuchar más de una vez el primer disco de este trío de chicas tan raras como seductoras: si algo queda claro en el álbum homónimo de Vigilante Margarita es que al trío formado por Guillermina Etkin (voz, piano y citarina), Cecilia López (voz, sintetizador y guitarra eléctrica) y Cecilia Grammatico (batería, KaossPad y «objetos») no le interesan demasiado las formas. O, en realidad, que le interesan tanto que son capaces de forzarlas, deformarlas, abusar de ellas y luego expulsarlas. Porque tienen muy claro cómo maniobrar entre recursos que echan mano del jazz, la música contemporánea, el rock, los sintetizadores, las voces, los pianos, los ritmos y, fundamentalmente, los humores. Como un viaje interior y alucinado al maravilloso mundo de las formas musicales, cada canción –por llamarlas de alguna manera– de Vigilante Margarita sube la apuesta, desconcertando y atrayendo a cada paso, utilizando el humor sin risa (como en el caso de Menos que media palabra) y un sonido crudo y seco, tan indescifrable y oscuro como la propuesta integral de este trío de chicas dispuestas a experimentar y conmover –como sucede en la breve y fantástica Noches– sin pedir permiso.