El flamante compilado, lanzado por el portal brasileño Scream & Yell y Zona de Obras ofrece ricas visiones de la música brasileña a cargo de artistas de siete países iberoamericanos.
Aquí hay doce artistas de habla hispana haciendo temas originalmente compuestos y grabados en portugués. La idea, más que hacer simples versiones, es recrear las canciones desde la mirada personal de cada intérprete y a partir de ahí reforzar un hecho muy frecuentemente olvidado: que Brasil también es latino y forma parte de América Latina.
El país más grande de Latinoamerica a veces se ve aislado por ser el único que habla portugués, pero a veces el aislamento es por su propia decisión de cerrarse de si mismo y no comunicarse con lo que tiene a su alrededor. Por eso, además de compilado de música, ese disco es también una declaración política, según manifiesta su productor.
Inevitablemente los clásicos tienen una gran presencia, pero cada participante tiene la osadía de apropiarse de las perlas perlas de la música brasileña para darles nuevo brillo. De esta manera aparecen canciones de Mutantes (Baby), Novos Baianos (Preta pretinha), Dominguinhos (Eu só quero um xodó), hechas respectivamente por los venezolanos La Pequeña Revancha, el peruano François Peglau y los costarricenses Rialengo. Jorge Ben aparece con dos relecturas electrónicas: Rosa menina rosa y Jorge da Capacadócia. La primera viene con la sensualidad y la sofisticación de los mexicanos Sotomayor mientras la segunda es totalmente transformada en una reza tecno-shamánica por el ecuatoriano Mateo Kingman. El combinado Ságan (Colombia) + Kanaku y El Tigre (Perú) también se vale de la electrónica para ponerle sofisticación y sensibilidad al tema O Cometa, de Rodrigo Amarante.
El rock también está, pero con distintos matices: el peso de Sepultura pasa por el filtro surf de los argentinos de Lefunders, y sus coterráneos de Valle de Muñecas transforman el sonido ochentoso de Legião Urbana en power pop. Por su parte, Buenos Muchachos, de Uruguay, viene con una oscura toma de Inferno, de NaçãoZumbi, muy adecuada a su letra.
Promediando el álbum, están dos de las relecturas más personales y sorprendentes: Nicolás Molina, en su debut en solitario (sin embargo, Molina y los Cósmicos sigue), viene con A montanha, joya desconocida de Rubinho e Mauro Assumpção, que lanzaran solamente un álbum en los 70. Só vendo que beleza (Marambaia) es una samba de casi ochenta años que ya fue grabado por Elis Regina, Maria Bethânia y Omara Portuondo, que aquí aparece en delicada transformación a cargo del colombiano Andrés Correa. En esos dos temas viven lo épico y lo minimalista, lo obscuro y lo reluciente y, sobre todo, en ellos están claros los puentes entre pasado y presente, entre los que hablan portugués y los que lo hacen en español.
El disco se lanza simultáneamente por Zona de Obras y el sítio web brasileño Scream & Yell, formando un puente más entre las identidades nacionales.