Todo comenzó en el circuito de clubs de San Francisco, pero se materializó en Brooklyn: el último grito de la música bailable estadounidense presenta un debut repleto de energía y ritmos en llamas.
A principios de los 70, el genial pianista Chick Corea hizo una declaración que en su momento sacudió al pequeño pero revoltoso mundo del jazz. Lo que dijo Chick: “acabemos con el reinado de la armonía y de las melodías: lo que importa es el ritmo” Treinta años después, la última vanguardia seria del rock asomó cabalgando sobre la doctrina del groove: de LCD Soundsystem a !!! y llegando hasta los últimos YACHT, todo lo que tuvo sabor a novedad curiosamente nos hace mover los pies cada vez que lo escuchamos.
En este contexto hace su irrupción Lemonade, un trío que hizo la cantera en la soleada San Francisco para terminar agitando los sótanos de Brooklyn. Hoy llega su primer álbum, que recoge todas sus experiencias en el delicado arte de hacer bailar a a la gente. Y lo hace con un álbum en llamas, explosivo por donde se lo oiga y definitivamente irresistible.
Lemonade está constituido por Callan Clendenin, Alex Pasternak y Ben Steidel, tres amigos que están decididos a combinar, sin límites ni contradicciones, la energía de la electrónica más raver con la diversión del dubstep, sin por eso interrumpir el sabor a fiesta interminable que finalmente deja su flamante álbum homónimo.