Bioshock 2

La secuela de uno de los juegos más premiados de los últimos años despierta diez años después y vuelve a desplegar la trama que lo consagró: narrativa profunda, estilo art-decó y una jugabilidad muy divertida.

Como su celebradísimo predecesor, BioShock 2 transcurre en la submarina y ficticia Rapture, una bella pero decadente metrópoli art-decó construida en 1946 por un empresario idealista llamado Andrew Ryan. ¿Su plan original? Crear una ciudad en la que las mejores y más brillantes personas puedan desarrollar sus capacidades, deseos y talento sin restricciones gubernamentales. ¿Cómo? Gracias al descubrimiento del «ADAM», una sustancia que permite evolucionar genéticamente y conseguir todo tipo de poderes. Resultado: los ciudadanos terminaron enfrentados, por lo que todo derivó en una guerra civil. Estos ciudadanos se llaman «Splicers» e intentan rebatir esta sustancia de sus recolectoras, las «Little Sisters», unas niñas pequeñas que han sido alteradas genéticamente y condicionadas mentalmente para cosechar ADAM de los cadáveres repartidos por Rapture. Están protegidas por los «Big Daddies», hombres que han sido dotados genéticamente de mayor fuerza y resistencia pero que tienen sus órganos fusionados a enormes trajes de buzo y escafandras y están mentalmente robotizados.

La novedad que aporta BioShock 2 es que el jugador se despierta diez años después de los acontecimientos del primer juego y que lo hace como «Sujeto Delta», uno de los prototipos del «Big Daddy». Pero, a diferencia de otros, tú eres capaz de pensar por ti mismo. Además hay una nueva enemiga que manda sobre la metrópoli subacuática: la Doctora Sophía Lamb, quien predica que lo importante no es el individuo sino el bien común y que, además, ha conseguido unir a todos los splicers que quedan por Rapture para crear una especie de religión. Para peor, pronto descubrirás que tienes un vínculo especial con su hija Elanor, la Little Sister que te fue arrebatada diez años atrás.