La nueva película del director y guionista alicantino es una hilarante -pero no por eso menos profunda-, historia de amor rural, protagonizada por una mujer anciana y una chica joven.
Flora tiene 72 años y toda su vida ha sido lo mismo: desde que tiene memoria, viene dedicándose a cuidar a sus familiares más ancianos hasta el momento de su muerte. También a los más pequeños: su única hermana murió muy joven y le dejó tres sobrinas huérfanas que, sin embargo, apenas cumplieron su mayoría de edad decidieron abandonar el pueblo.
La tía Flora, por supuesto, entra en pánico: ahora que es mayor, ¿quién cuidará entonces de ella? Su mayor temor es que la internen en un geriátrico que conoce muy bien: allí trabaja una de sus sobrinas. Su salvación es Purita, una chica que supo ayudarla a cuidar a la tía Virtudes —que acaba de morir a los 102 años—, y que sus sobrinas piensan despedir. ¿Qué hace entonces Flora? Desesperada, le propone casamiento a Purita, echando mano de la flamante ley que ampara la unión civil entre dos mujeres. ¿El pueblo? Estupefacto. ¿Las sobrinas? Felices: alguien se encargará finalmente de tía Flora. Purita, que no sabe decir que no, acepta encantada.
Pero no todo será un jardín de rosas para la flamante pareja: todo cambia cuando aparece la madre de Purita y se mete en la casa de las recién casadas para desestabilizarlo todo.
Con un guión exquisito y un montaje excepcional, lo nuevo de Miguel Albaladejo es una entretenida y divertida comedia ambientada en la Valencia más profunda, en todo sentido.