El legendario cantante se mete de lleno en la memoria colectiva de la canción anglosajona con un álbum de versiones y arreglos sinfónicos.
Muchos recordarán a Peter Gabriel gracias a esos tres o cuatro hits de pop XL que se desprendieron de su álbum So, editado mediados de los 80, su mayor éxito a nivel ventas. Pero todo tiene un trasfondo, y es por eso que no sorprende que hoy, cuarenta años después de sus inicios al frente de los primeros y filarmónicos Génesis, regrese a las orquestaciones ampulosas para ofrecer su propia versión de algunos clásicos inoxidables y otros temas no tan clásicos pero igualmente inspirados.
Porque el repertorio del recién llegado Scratch My Back reúne a algunas de esas piezas históricas que siempre seduce volver a escuchar —Heroes, de David Bowie; The Boy in the Bubble, de Paul Simon; Listening Wind, de Talking Heads—, y las mezcla con canciones escritas por muchos de los emergentes de los últimos tiempos, como es el caso de Bon Iver, Arcade Fire o Regina Spektor — un segundo disco, incluido en el edición deluxe, suma Waterloo Sunset, ese himno melancólico y genial de The Kinks.
Pero no hay que ser un estudioso de la historia del rock para poder disfrutar de estos arreglos orquestales y climas sinfónicos propuestos por Gabriel en su nuevo disco: su voz todo lo unifica. Un gran ejercicio de interpretación que, de paso, eleva a estos nuevos autores al Olimpo de la canción.