En su nuevo disco, el grupo valenciano invoca todos su poderes al servicio del pop a lo grande. Su obra maestra, sí señor.
Para muchos, La Habitación Roja estuvo cerca muchas veces. Muchas. De hecho, si se juntaran en un único álbum sus mejores canciones tendríamos un espectacular disco de pop en castellano plagado de éxitos. Su mayor logro llegó con Nuevos tiempos, editado en 2005 —diez años después de su formación—, un trabajo certero que cohesionaba sonido y canciones. Aquel álbum reflejaba toda su ambición y satisfizo a unos y a otros. La crítica y el público coincidieron en que se trató de un perfecto disco de pop.
Después, con Cuando ya no quede nada (2007), llegó la hora de disfrutar del momento, exprimir las posibilidades y experimentar un poco con los instrumentos y la composición de la mano del productor Steve Albini. Y ahora le toca a Universal, un disco que grita de júbilo desde el principio: aquí el grupo recupera el brillo y la ilusión volviendo a los clásicos y a esa máxima que parece guiarlo: «gustar y a gustarse». Las canciones fluyen como fuentes y los arreglos salpican con fuerza; los coros envuelven entre algodones la voz de un Jorge Martí en estado de gracia.
Que nadie lo dude: una obra maestra de pop Universal que eleva al grupo valenciano al estatus de referente absoluto.