Sobran los ejemplos de escritores que han tenido que desempeñar oficios alejados de su vocación literaria para después exprimirles toda la savia narrativa que escondían en su interior. Es este el caso del peruano Sergio Galarza, quien durante su primera época en Madrid ejerció de paseador de perros, precisamente la tarea que desempeña el anónimo narrador de su primera novela.
«En principio el narrador era un escritor, pero luego pensé que era demasiado obvio; si bien la novela es muy autobiográfica y quiénes me conocen pueden confundirme con el narrador, hacerlo escritor iba a generar aún mas desconcierto», cuenta Galarza en Zona de Obras. Para el autor, todo estuvo claro el día en que su jefe (en el que está basado Jota, el jefe del narrador en la novela, personaje oscuro que supone una atractiva incógnita para el lector), lo envió a pasear un mapache. «Es un animal hostil que como mucho reconoce a dos dueños, normalmente a uno. Y que además sabe manejar muy bien esas afiladas garras. Es casi como un león en miniatura», recuerda.
En su nueva novela, el narrador se dedica a deambular, dar largos, tristes y reflexivos paseos por la cara B de Madrid, la ciudad enorme que ha venido a conquistar: aquí no se luce la capital cosmopolita y moderna de La Latina o Malasaña, sino el Madrid gris y suburbano del extrarradio.
Paseador de perros constituye el primer volumen de una trilogía madrileña de la que el autor tiene ya lista la segunda entrega.
