Una vez reunidos alrededor de un padre agonizante, tres hijos luchan por desentrañar el pasado y sobrevivir al presente mientras miran, de reojo y con miedo, hacia el futuro.
Cada familia es un mundo, nada más cierto. Tiene sus propios códigos, sus manuales particulares de supervivencia y, sobre todo, su historia singular. La isla interior es, más que ninguna otra cosa, una película sobre la familia. Una bastante disfuncional, es cierto, que está atravesando por un momento delicado en todos los sentidos.
La historia del nuevo filme de Dunia Ayaso y Félix Sabroso centra su acción en un hecho puntual: un padre enfermo, a punto de morir, consigue reunir a sus hijos. Cada uno vive una realidad diferente: dos habitan la casa del padre enfermo y la tercera, la exitosa Gracia, se acerca a la localidad canaria donde reside el resto. Así, entre la paranoia por lo que se viene, el miedo a ser diagnosticados con el mismo mal genético que el progenitor que agoniza y ciertas oscuridades del pasado, se construye una trama en la que nadie es bueno o malo del todo.
Grandes actuaciones, un guión brillante y un tema incómodo como motor argumental. Imposible perdérsela.