La cinta de Sebastián Silva se mete en la cotidianeidad de una familia de clase alta para describir la feroz competencia entre una empleada doméstica y sus posibles sucesoras.
Se trata, sin duda, de una de las películas chilenas más importantes de los últimos tiempos. Lo dice la taquilla, lo confirman los premios obtenidos en Huelva (allí se consagró como Mejor película, y obtuvo también los de Mejor actriz y Mejor director), Miami, Guadalajara y Sundance, entre otros. Pero sobre todo se impone su trama, tan adictiva como poco común, que transcurre en la intimidad de un hogar y que hace de los climas, el humor y la tensión sus mejores armas.
Raquel trabaja como empleada doméstica en la casa de los pudientes Valdés desde hace más de veinte años. En ese lapso vio desfilar a más de una muchacha con aspiraciones a sumarse a la casa, pero siempre logró imponerse en base a maltratos psicológicos. Todo cambia cuando hace su arribo Lucy, una chica del interior del país muy simpática y sencilla, quien no sólo no sucumbirá ante los manejos de Raquel sino que terminará poniendo en duda muchas de sus certezas sobre la vida misma.
Sebastián Silva firmó una cinta atrapante que usa y abusa del humor, el suspense y la crítica social para construir un verdadero thriller doméstico.