Sin jamás dar el brazo a torcer, el escritor colombiano es dueño de una obra que nunca pasa desapercibida. Su última entrega, que según él mismo es su testamento literario, refirma su militancia con el existencialismo.
Hace unos meses, más precisamente durante la última Feria del Libro de Bucamaranga, en su Colombia natal, el polémico escritor Fernando Vallejo anunció que el flamante El don de la vida, que todavía no había visto la luz, sería su último libro. Hoy que lo tenemos en nuestras manos es imposible no desear que recapacite en su decisión: en sus páginas late una de las mejores escrituras de los últimos tiempos.
No es un libro extenso, todo lo contrario, pero su efecto es duradero: los temas principales son la muerte y el existencialismo pesimista, rasgo que lo convierte en algo así como un Cioran moderno. Con mucho más humor, eso sí. Las construcciones —las del pensamiento, las mismísimas literarias— parecen verdaderos ejercicios de estilo que va de los informal a lo clásico. Sin embargo, su originalidad no atenta contra su belleza, menos aún contra su comprensión, que es lo que sucede con la buena literatura.
Testamento literario o no, vale la pena acercarse la obra de un escritor que lo dice todo y no se guarda nada.