Mañana se publica en España (¡por fin!) el recomendable nuevo trabajo del ex líder y mentor de Soda Stereo. Una gloria del rock argentino en su mejor forma.
En las competitivas comarcas del rock argentino —un rock con mucha historia en el que los dedos de la mano no alcanzan para enumerar a sus próceres— Gustavo Cerati se hizo acreedor, sin duda, de un castillo propio. No sólo por su liderazgo al frente de Soda Stereo, una de las bandas más grandes de Latinoamérica, sino también en su condición de solista.
Hasta hace poco, la nostalgia siempre pudo más y el suceso de sus trabajos en solitario ni siquiera podían soñar con competir con los de su mítico grupo. Sin embargo, a partir de su trabajo anterior, el exitosísimo Ahí vamos (2007), la balanza comenzó a volcarse más al presente que al pasado.
En este contexto, la salida de Fuerza natural generaba muchas expectativas que fueron ampliamente cumplidas: se trata, que nadie lo dude, de uno de sus mejores trabajos. Tal vez por qué ya pasó la curva de los 50 y la experiencia le sumó aplomo a su idea del pop-rock, que incluye guitarras en llamas, una voz privilegiada y canciones elaboradas que en su complejidad nunca resignan frescura.
En este nuevo trabajo prima, como nunca antes, su amor por el folk y por los sonidos del pasado, algo extraño en la música de alguien que siempre se vinculó con la vanguardia. Pero está claro que cuando la fuerza es natural, la estética pasa a segundo plano para dejarle lugar a la sustancia. Después de todo, la sustancia es lo único que no puede no tener un artista, y Cerati la tiene.