Ya hace tiempo que dejó de ser una simple intérprete de hip-hop: hoy su obra apunta a las grandes audiencias, una instancia que la convierte en una comunicadora, función que ha sabido recoger y proyectar en su nuevo y fantástico álbum.
Dirty Bailarina es un trabajo de ciencia ficción, un personaje inspirado en su tataranieta, cuya acción transcurre en un tiempo alternativo, con un marco y un ambiente místico. Un marcado punto de inflexión en su trayectoria, una evolución metódica donde la reflexión es la estrategia a seguir. «Ahora tengo una mayor conciencia de mi misma y de mi papel en este mundo. Cuando uno echa un vistazo a su interior y reflexiona, saca muchas cosas en claro», dice la Mala Rodríguez sobre su nueva criatura.
Aquí lo más importante es el mensaje, sin por eso restarle importancia a la música, una clase maestra de hip-hop moderno. «Somos la generación que tiene el poder y que tiene la capacidad y la conciencia. Tenemos a gente empujando y pidiendo mejoras. Tenemos la capacidad suficiente para hacerlo y es lo que hay que proyectar, el decir, podemos hacerlo». Es en ese marco quimérico donde se encuentra Dirty Bailarina, cuando el corazón y la cabeza compaginan protagonismo con el humor, la ingenuidad y el carismático desenfado andaluz.
A seguirla en su causa.