Su primer disco fue una cachetada inesperada: el ruido como lenguaje y la fuerza como motor. Tras un segundo álbum que organizó el caos para convertirlo en canciones robustas y emocionantes, el cuarteto californiano presenta un álbum de remixes a la altura de sus credenciales.
A más de uno todavía debe durarle el temblequeo que provocó aquel huracán sónico que fue el debut homónimo del cuarteto de Los Ángeles Health. De eso hace ya dos años. Casi nada, aunque a la velocidad que transita hoy la información musical pueda parecer mucho.
Después llegó Get Colour, su segundo álbum de estudio en el que la violencia apareció un poco —sólo un poco— más contenida, arropada en texturas coloridas y voces temperadas que son como la caricia después del golpe. Una compaginación de elementos que, en una temprana escucha, remitía a My Bloody Valentine, los padres de esa gran criatura llamada «shoegaze», que tanto escándalo vuelve hacer por estos días.
«No estoy tan de acuerdo en que seamos parecidos», decían en Zona de Obras hace poco. «Amo a esa banda y creo que la comparación sirve en otro sentido: ellos crearon su propio vocabulario sonoro sin mirar lo que ocurría en ese momento a su alrededor. Nuestro éxito sería hacer lo mismo… Si podemos».
Este año, después del lanzamiento de HEALTHelevision —una señal televisiva por Internet cuya programación contará con las apariciones estelares de los músicos de la banda— el cuarteto de Los Ángeles presenta Disco 2, un imprescindible álbum de remixes. El único tema nuevo se llama USA Boys, aunque estas relecturas son tan fantásticas que hacen que todo el resto parezca recién concebido.