Qué: Disco (edita Sony Music)
Hay algo que sintetiza a la obra de Fito Páez, incluso más allá de su rasgos estéticos y su lugar de prócer del rock argentino: la híper-productividad. El emblemático autor rosarino funciona a la antigua, como hacían los cantautores de los años 60 y 70, cuando el artista sentía la «obligación» –un poco porque se lo pedía la compañía discográfica, otro poco para descargar su creatividad– de mostrar sus cosas bastante seguido, con un rango máximo de un año para cada novedad. Poco importa si en su caso son discos de versiones, en vivo, de canciones nuevas, o experimentos. Lo que a Fito le importa es producir, producir y producir. Mientras prepara su debut como novelista y el lanzamiento de su primer libro de ficción –ya filmó, además, dos películas como director de cine– ahora es el turno de El sacrificio, un álbum de canciones nuevas para el público, pero no para su dueño: son grabaciones actuales de temas escritos entre 1989 y 2012, que por distintas razones habían quedado fuera de su discografía oficial. Posiblemente sea por su propia oscuridad y su dificultad para encajar y convivir con otras más optimistas: la música, se sabe, es un estado de ánimo. Más vale tarde que nunca, y menos mal que se le ocurrió publicarlas. Porque hubiera sido muy injusto quedarse sin conocer verdaderas gemas de pop díscolo como Esto podría haber sido una canción, El mal vino y la luz, La puta diabla o El fantasma caníbal. Un viaje al pasado procesado en el presente, que apunta al futuro: el legado de Páez es cada vez más grande.
El sacrificio es un álbum digital. Las únicas copias físicas fabricadas hasta el momento fueron para los asistentes al concierto de presentación del disco.