Qué: Disco (edita Foehn)
Oso Leone debutó sorprendiendo y da el segundo aldabonazo con argolla sobre cojinete: a veces no hace falta que las paredes retumben para que las piedras se pongan pómez de pura emoción. Dicen los críticos con vocación pictórica que este crecimiento exponencial de los mallorquines se traduce en música paisajística, de espacios abiertos. Hablan también de hipnosis sonora, de tropicália, hip-hop, psicodelia y ethio-jazz. Mucho de eso hay, sin duda: la música de este Mokragora es como un mosquitero que atenúa la luz y deja pasar (tamizada, claro) la de un sol más invernal que incandescente. El fundamento del trabajo es verde: se toman muestras de vegetación y se capturan imágenes del entorno, siempre mutante. Con esa visual, la música se desliza a favor de la corriente, como elemento catalizador y objeto catalizado a un mismo tiempo. La obra no se limita al campo sonoro: viene con un libro diseñado por los artistas visuales Gabriel Haberland y Mercedes Mangrané, titulado Belle-Île. El estreno ante el público de Mokragora será mañana, integrado en la actividad Caprichos del Apolo que organiza la sala del Paralelo barcelonés.
