El dúo Frikstailers reina en la escena de la cumbia digital de Buenos Aires. Rafa Ralf Caivano y Lisandro Sandro Lee Sona, residentes en México, son dos zumbados que cogen una flauta andina y la ponen a navegar en aguas turbulentas sobre una canoa de kevlar; dos artesanos en una fábrica de mutantes, que revisten de caucho y electrodos las voces de la Pampa y el altiplano.
En su imaginería musical caben referencias de toda América Latina; tras el paso por la coctelera, esos ingredientes se manifiestan en forma de dancehall, hip hop, baile funk, cumbia, dub, house, kuduro, electro, techno y cualquier cosa que pase por sus cabezas. Con La murga del guachín, por ejemplo (salvadas las reticencias iniciales) pondrían a bailar a la abuela Filomena con el nieto Martincito, que tiene una banda de tributo a Depeche Mode, además de colmar de argumentos a la chamaquita Bianca, fan de Daft Punk, o al primo Tenoch, devoto del sonido Nortec.
En el brevísimo tema que da título al álbum se rompen más fronteras: voces de raï, marimbas del África Negra, guiños a la banda sonora que hiciera Vangelis para Blade Runner. Los saltos espaciotemporales siguen de principio a fin, y te devuelven al punto de partida. Así. “El dúo Frikstailers reina en la escena… (continuará)”.
