Cuando se echó a correr el rumor de la colaboración entre Americania y el productor Héctor Castillo, nadie podía no permitirse al menos darle una oportunidad al nuevo disco del grupo caraqueño. Y lo cierto es que La fiesta del Rey Drama no defrauda: a diferencia de sus dos producciones anteriores, caracterizadas más por un sonido rockero que parecían más una transfusión de influencias que una lengua propia, en esta tercera entrega las cosas se acercan más a la realidad de un grupo venezolano con ganas, con muchas ganas, de crecer y mostrarse más genuinos que nunca. Hay voces armonizando hasta los límites de la belleza, hay sonido autóctono pero moderno, hay grandes melodías y canciones de alta costura. El aporte de Castillo es claramente palpable en el audio, ese mal que acecha a tantos grupos latinoamericanos y que muchas veces les corta las alas antes de volar. El título no podría ser más apropiado, al tiempo que parece desafiar las leyes no escritas del Norte: la genética «americania» no sólo se propaga en Estados Unidos: está viva, y con buena salud, unos kilómetros más abajo.