Qué: Disco (edita Evolución Records/Ocesa)
Hace tres años, Los Bunkers dio un salto al vacío. Grabó un disco de versiones, pero no fue uno cualquiera sino un tributo personal a Silvio Rodríguez, el gigante de la canción latinoamericana. Aquel álbum se llamó Música libre y reunió, en un solo álbum, la visión de los chilenos sobre la obra del cubano. Hoy, el retorno discográfico no podría estar más alejado de aquello, al menos desde lo estético: lejos de Silvio y también de los orígenes de los propios Bunkers como grupo de mentalidad y frecuencia sesentera, aceleran las décadas para situarse en los años 80 y su festival de sintetizadores, saturaciones y canciones como máquinas de hacer bailar. La producción, nuevamente a cargo de Emmanuel del Real, de Café Tacuba, es tan impecable como contundente: el grupo chileno nunca había sonado con la precisión de Bailando solo, el primer corte de difusión, ni tan conmovedor ni pujante como en Desperdíciame, uno de los puntos más altos de su nuevo trabajo. Un nuevo salto al vacío que no sólo deja en claro la valentía de la banda para jamás volver sobre sus pasos ni someterse a fórmulas, sino también su talento para brillar en todos los frentes.