La banda argentina radicada en Bilbao ha tenido al mismísimo Tony Visconti en la producción de su nuevo álbum. La esencia pura del glam vertida sobre el grupo preferido de Gotham City.
Qué: Disco (independiente)
Martín, Coni y Natxo siguen de cruzada internacionalista desde sus cuarteles de (eterno) invierno en el Botxo. El nuevo álbum de Cápsula (ha girado recientemente con Os Mutantes a lo largo de América Latina, por cierto) se espera con ansias en las cuatro esquinas del planeta, aquellas en las que el sol no es bienvenido. La mano de Tony Visconti (T-Rex, David Bowie) funciona como un limpiaparabrisas ácrata sobre la luna de un Impala tras un viaje por el desierto: despeja la visión, pero respeta las huellas del trayecto, encontrando en el punto medio de su desempeño la virtud que redefine el sonido de la banda. Cápsula no ha sido ni es ni debe ser pulcro, pero en manos del británico parece haber encontrado la carretera secundaria ideal, aquella que remueve las entrañas sin necesidad de que el auto caiga al terraplén. Los temas, diez en total, hablan por sí solos y vuelcan dosis concentradas de imaginación a los neurotransmisores atentos. Seven Crimes podría ser la sintonía de un condenado atravesando el patio de la penitenciaría, camino de la silla; The Fear pone las imágenes y los sonidos a las pesadillas de todos aquellos capaces de captar las ironías cuando están despiertos; Atomic Breakdown acompañaría a los títulos de crédito de la road-movie más apocalíptica… el trío luce desatado en la entrega y, al mismo tiempo, se aprecia la guía de Visconti en las estructuras, los detalles, los acentos, los silencios tensos, los galopes de bajo y batería, los coros… un discazo que Bowie o la Velvet habría saludado con un guiño cómplice en los setenta.
