Impronta porteña y energía del nuevo milenio: el grupo argentino accede a su mayoría de edad con un disco genuino y potente.
Qué: Disco (independiente)
Sería injusto inscribir a Julio y Agosto en las filas de grupos de Buenos Aires herederos del boom generado por Onda Vaga. Es decir, orquestas mínimas con propensión a los arreglos vocales, las melodías abiertas y enérgicas, las interpretaciones virtuosas, las instrumentaciones acústicas y la tradición musical como marco de referencia. Sería injusto, pero algo de eso hay: el grupo que toma su nombre de dos de las mascotas de sus miembros fundadores parece encaminarse a secundar parte de esta avanzada que funciona como una bocanada de aire fresco en la música popular argentina. El ritmo de las cosas es el disco que debería instalar al grupo en las filas de las propuestas que los miles de turistas escogen para llevarse a sus países en sus visitas a Buenos Aires: canciones urbanas y localistas –en el buen sentido–, tan redondas que funcionarían con apenas una guitarra. Pero que en este álbum se expanden hasta el infinito gracias a la instrumentación delicada y al mismo tiempo potente a la que son sometidas por una banda que sabe muy bien qué quiere y, sobre todo, cómo conseguirlo y regalarle al oyente una buena dosis de música porteña genuina y elegante.