Aguilar disecciona con imágenes y referencias puntuales la historia de una relación apasionada entre dos artes a lo largo de toda una centuria.
Qué: Libro (edita Cátedra)
En la portada, una foto de Ella Fitzgerald en animada charla con Marilyn Monroe. Una es el Jazz con mayúsculas, la voz favorita de varias generaciones; la otra, el ideal de belleza cinematográfico en los Estados Unidos de la posguerra. Ambas jugaron su papel en una sociedad que buscaba su norte social en la evasión. Carlos Aguilar analiza el maridaje entre el cine y el jazz desde el arranque del Siglo XX. Un manantial de imágenes evocadoras, índice onomástico para no perderse en el bosque… y a disfrutar. El autor, nieto de un músico astorgano que tocaba en salas de cine mudo, es un especialista en este tipo de guías que relacionan el séptimo arte con manifestaciones aledañas: en este esfuerzo consigue hallar conexiones sorprendentes entre estos dos universos creativos, apoyándose en las expresiones de sus adalides más notables. También ha llevado su pasión por el jazz a la novela: el mejor ejemplo es Nueve colores sangra la luna, la historia de Isabel Silva, una de esas musas perdidas en el olvido.