Una ex metalera de la periferia santiaguina se mudó a la capital para enamorarse del indie y grabar un debut acústico e inspirador.
Qué: Disco (independiente)
Carolina Espinoza nació y creció en Buin, una comuna chilena lo suficientemente aparatada de Santiago como para conservar un ritmo propio, alejada de sus vaivenes y velocidades. En ese marco, la chica que ahora conocemos como Deplásticoverde transitó su adolescencia tocando la batería en grupos de metal. Pero las cosas cambiaron cuando se mudó a la Capital, y un buen día vio un concierto de Gepe, verdadero faro generacional de la nueva escena trasandina, quien ofreció un concierto junto a Pedropiedra en la facultad. Desde entonces, resolvió volver a hacer música –lo había dejado por sus estudios de física, que mantiene firmes incluso en la actualidad–, aunque el metal quedó en la prehistoria para transformarse en indie. Ahora, las emociones que mueven a Carolina son eminentemente acústicas, algo que claro en su esperado debut, Mentira universal, excelente continuación de un EP de hace unos años, y que ya comentamos en Zona de Obras, que ya advertía acerca de su capacidad para enarbolar melodías y letras inquietantes sin perder el pulso ni la elegancia.