La artista argentina reincide en su gusto por el mensaje políglota de múltiple destino: su música habla a las estrellas, a los insectos, a los nenúfares y, definitivamente, a los humanos que disfrutan ignorando las brújulas.
Qué: Disco (edita Crammed Discs)
Dicen los gringos que Juana está embrujada, que embruja. Desde luego, la argentina no necesita mover mucho la nariz para atrapar almas. Su nuevo disco se ha hecho esperar cinco años: Juana nunca ha sido de las que apuran las musas. Suena raro, sí. ¿Qué es raro? Por definición, algo inhabitual. Paradoja: Juana es inhabitual. Ergo, su rareza es coherente. Y adictiva. El tema que da título al álbum recuerda a una hilera de abejitas depositando miel en la cadena productiva de la colmena, danzando al son industrial de una caja de ritmos con ataque de cosquillas. Lo decidí yo es puro Juana: una canción de revestimiento naif que suelta cargas de profundidad en la reiteración de cada verso. Bicho auto, por su parte, sería la banda sonora de las fiestas en la colmena antes mentada, y no solo por el zumbido-compás que vertebra el tema. Con este disco, Juana conseguirá al fin que deje de hablarse de su pasado en la televisión. Al menos, fuera de Argentina. Al menos, después de esta última mención indirecta. Claro, es bruja. El encantamiento comienza ya.
