La joven escritora argentina proyecta en los dieciséis relatos de su libro un interés por la alteración de lo cotidiano y la muerte como barquera entre dos mundos.
Qué: Libro (edita Demipage)
Graciano es de las que genera envidia. Estudió una carrera vocacional en casa (Buenos Aires) y una maestría en la ciudad que nunca duerme, donde echó raíces como docente en investigadora en la City University of New York; allá trabaja sobre la literatura del Cono Sur en periodos postdictatoriales. Es decir, se fue y volvió, sin necesidad de volver físicamente. Retruécanos aparte, la argentina firma ahora un libro de dieciséis relatos que cabe calificar, como mínimo, de inquietante. La autora, en lo que parece una extensión de sus propios esquemas vitales, juega con lo fantástico e inesperado; disfruta alterando el statu quo o mostrando simplemente su frágil naturaleza, la que pasa inadvertida a las miradas cotidianas. El elemento de la muerte también es común a muchas de sus historias, y la parca recibe aquí un tratamiento algo diferente al habitual: Mariana Graciano entiende el deceso como un portal, una frontera que marca el tránsito entre dos estados del cuerpo y la mente. No es el fin ni el principio de nada.