Una noche en la capital, dos jóvenes que se conocen, una historia que camina por la autopista de la coherencia… hasta que de pronto, todo cambia. Rodrigo Sorogoyen dice hola a la primera división del cine español.
Qué: Película (estreno en España)
Dos jóvenes se conocen en una discoteca. Se llama Stockholm (la discoteca) igual que el Síndrome (el de Estocolmo) y la capital de Suecia (la discoteca, y el síndrome). Y no, no se conocen: es más bien un elegantísimo derribo sin acoso y con frase matadora, que parece evocar una comedia romántica sesuda del tipo de la trilogía de Ethan Hawke y Julie Delpy con sus europeos amores. De hecho, él y ella llenan la pantalla durante toda la película, y por ese esquema de intercambio de pétalos y balas trota el guión, escrito a medias por el director Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña. Ambos treintañeros recientes, y hablan por tanto a través de brillantes protagonistas de su quinta (más o menos) como el televisivo Javier Pereira o la cada vez más prometedora Aura Garrido, que es algo más joven, pero tiene sobrada madurez artística. De pronto, en un instante muy concreto de la película, la cosa cambia… y el tono, y la historia, y sin me apuran, hasta la luz. Sorogoyen, con un pasado reciente como guionista televisivo y un par de experimento aplaudidos tras la cámara, se doctora en este filme de bajo presupuesto y financiación por crowdfunding en el que nadie ha cobrado; probablemente, le servirá para acometer con más medios su siguiente pirueta.