La rapera británica se apoya en sus tradiciones hindúes para desplegar rabia en un álbum que le devuelve a la primera línea mundial del género.
Qué: Disco (edita Interscope)
M.I.A. vuelve a la carga con más ganas que nunca, y no es frase cliché: estaba con bronca y ha sabido capitalizar ese ánimo. Cuarto álbum de la británica, en el que vuelven a aflorar sus raíces tamiles, y que se consagra (previa consulta a sus fans) a la diosa de la música con un título muy llamativo. En su nuevo esfuerzo se repiten también otras pautas que han hecho especial la carrera de M.I.A., como la confusión y el desubique, valorados positivamente dentro de un estilo de trabajo que huye de los corsés. La rapera juega con las velocidades y el enfoque bailable, para acabar optando por un sonido duro que no deja lugar a las especulaciones. Además, la carga social es obvia en temas como Karmageddon o atTENTion, que vienen a ser el fruto de las paranoias que le ocasionara la denegación coyuntural del visado estadounidense; arremete contra todo, sin pelos en la lengua. Una curiosidad: en el tema Warriors hay un sampler ralentizado del Exta si, exta no que hiciera popular el productor valenciano Chimo Bayo hace dos décadas.