El aragonés compila en un volumen sus reflexiones más notables del último lustro en su perfil de Facebook: un batiburrillo brillante en forma de bitácora que encuentra orden y autopista en su intenso discurrir.
Qué: Libro (edita La Bella Varsovia)
A veces se otea con facilidad el alma de una persona mirándole a los ojos. Es el caso del oscense Manuel Vilas: su capacidad de escudriñar lo cotidiano es tan fuerte como diáfana es su doble ventana mirona cuando se quiere investigar el origen de una prosa tan apabullante. En esta nueva entrega, después de convencer a todos los profanos en su trabajo con España (2009) y de corroborar con periodicidad suiza la calidad de su obra poética, repasa sus reflexiones internautas de cinco años y dialoga literalmente con el lector, en una redefinición del concepto interactivo dentro del universo impreso. Sostiene que la obligación de un escritor es montar fiestas, fiestas maravillosas a precios populares, y en ello anda. El tono de estas páginas, desde luego, es el que más le define, el que genera los mismos adjetivos de manera repetida: divertido y salvaje. Vilas bombea a los cuatro vientos su amor por Facebook, refugio de las reflexiones aquí compiladas sobre temas cotidianos, filias y fobias personales, paranoias y dulzuras: una intrahistoria centrípeta que vierte en ese vehículo que, con una mezcla paradójica de sorna y arrobo, compara con su querida Gran Vía de Madrid.