La joven banda murciana ha irrumpido con estrépito en la escena nacional con su mezcla de kraut, punk y observación detenida de la punta del zapato. Pop guitarrero juguetón, inquietante: sabe rico y se digiere sin bicarbonato.
Qué: Disco (edita Miel de Moscas)
Hace unos veinte años se descubrió en Murcia un protozoo capaz de hacer la mitosis a toda velocidad y esparcirse por los campos de cultivo de la provincia, anidando luego en las raíces de los productos agrícolas. El resultado de la contingencia son dos generaciones de creadores mutantes que se atreven con todo y no siguen las pautas de nada. Perro ha entrado en la escena nacional dando un portazo, metiendo en la batidora a Ian Curtis, Can (Czukay y compañía no ladraban, pero casi), los Big Audio Dynamite, Golpes Bajos, Australian Blonde, Fugazi, Lemonheads y los primeros Talking Heads. El zumo resultante tiene un sabor recio, sin rastro de notas afrutadas, como el vino de autor en tierra solana. Las maquinitas salen a jugar en Marlotina y quedan arrinconadas en Catán, una desgarradora canción de amor psicótico. El cierre, marcado por El Ecco y Equiseto, parece un descarte de la banda sonora de La bola de cristal; se recrea en el pasaje instrumental final para concluir el disco en una magnífica orgía sonora.
