Se hizo justicia: se reedita uno de los eslabones perdidos más inspirados y fundamentales del rock de garaje latinoamericano.
Qué: Disco (edita Electro Harmonix/Munster)
Imaginen a The Doors, con un pátina de The Animals, pero sonando en Buenos Aires, más precisamente en sus suburbios, en 1968. Eso es Blue’s Men, con un añadido: psicodelia casera, con un sonido único e hipnotizante. Durante años, Prohibido prohibir, el único álbum que grabaron, fue un tesoro para entendidos en memorabilia rockera: siempre fue un disco difícil de conseguir, casi imposible, un rasgo que contribuyó a esculpir su estatus de obra clásica maldita. Ahora que finalmente lo tenemos en nuestras manos, Prohibido prohibir actualiza su condición de obra maestra y más: a medida que avanza, es apenas comprensible que casi ninguno de sus integrantes haya seguido vinculado al mundo de la música y que su cantante, el impresionante Miguel Wittis –para muchos, el «Eric Burdon argentino»: alcanza con escucharlo gritar para entender su sobrenombre– no sea una estrella local con decenas de discos sobre su espalda. Mención especial para la versión de Hush, primer single de unos jóvenes Deep Purple que seguramente jamás se enteraron de esta relectura sucia y poderosa en manos de un quinteto argentino perdido en el tiempo.