Las gemelas dominicanas Anabel y Cristabel Acevedo se quedaron muy felices con su primer esfuerzo musical de amor sin fronteras y han vuelto a buscar aliados por todo el hemisferio occidental para repetir la jugada. Bien por ellas.
Qué: Disco (independiente)
Las Acevedo ya no necesitan presentación en los círculos más poperos de la nueva música independiente americana. Después de asombrar y deleitar con sus primeros pasos, se dedican ahora a tejer magníficas colchas de amistad y sinergia artística por toda América, ya sea en festivales o a través de la Red. En esta segunda vuelta de Me derrito por ti, las gemelas han repetido algunos colaboradores y también han reclutado nuevas caras. Así, el disco comienza con la dulzura infinita de Cancioneira y Presidente, de Venezuela; continúa con la nostalgia hecha persona del también venezolano que responde al nombre de Ulises Hadjis (ojo, Drexler, la nueva generación de tu mística pide paso) y se nutre con la galanura de Proyectosolo y Andrés Landon (ambos de Chile), que eligen respectivamente el naif y el folclore vanguardista para expresar su filia por el amor sin adjetivos. Las propias Anabel y Cristabel se descuelgan con El molde, una versión charlestoniana del bachatero dominicano Joe Veras; una de las que repite, la mexicana Jessy Bulbo, opta por la vena chamánica en un tema que podría adornar un juego infantil; Dadalú (Chile) se va por el punto lolita, y El Gavilán & Los Verde (Uruguay) por el desgarro. El Gran Poder de Diosa (República Dominicana) genera un sonido antiguo; Aarón Bautista (México) deconstruye una bizarra tonada de salón de baile y Josué Josué (también mexicano) echa el cierre con una liga magnética entre Barry White y Plastilina Mosh. El año que viene, más, si así lo compilan nuestras acevédicas criaturas.
