El percusionista, autor y cantante argentino despliega su carisma en un disco que rinde homenaje a su provincia natal: Córdoba. Cuartetos simples, puros y alegres –interpretados con maestría– y una legión de invitados estelares.
Qué: Disco (edita Zingana)
Minino Garay vive en París desde hace veinte años. Es argentino, es cierto, pero fundamentalmente es cordobés: viajó desde Córdoba a París, sin haber vivido jamás en Buenos Aires, una característica extraña para la carrera de cualquier músico. Ese dato es fundamental para comprender las bases de su música: una alegría netamente cordobesa que no se ve salpicada, casi nunca, por la nostalgia de la música ciudadana de Buenos Aires, que suele impregnarlo todo. Como percusionista, Garay tocó de todo y con todos, sobre todo en Europa. Y tras cuatro discos de búsquedas variadas –algunas más orientadas al jazz, otras a los infinitos ritmos del mundo–, Minino parece haber resuelto enfocarse en el cuarteto cordobés, un género ideal para bailar, que se lleva puesto todo aquello que se ponga delante. Claro que Minino tiene otro amor, que es la percusión, y es precisamente en ese maridaje inesperado que reside el encanto de Asado: «cuarteto afro» fácil de digerir e imposible de dejar. Colaboran con la causa grandes invitados, que elevan a otro nivel las preciosas canciones de un Minino más inspirado y feliz que nunca: desde Chango Spasiuk hasta Kevin Johansen y la leyenda Pájaro Canzani.
