El músico e investigador argentino establecido en Europa vuelca en su nuevo disco influencias tan dispares e inesperadas como efectivas. Un amplio e inspirado catálogo que une a Sudamérica y sus ritmos con el resto del mundo.
Qué: Disco (edita Folcore)
La prehistoria de Intiche se origina en Buenos Aires, Argentina, cuando Pablo Javier Acosta Santos, con apenas doce años, recibió una guitarra de regalo y decidió comenzar a experimentar con la música. Lo curioso es que no lo hizo por el lado habitual: no se interesó ni por el rock ni por el pop, sino por los ritmos y armonías de frecuencias y raíces latinoamericanas. Su fascinación fue tan fuerte que unos pocos años después comenzó a viajar por su país (la Patagonia y el norte), Bolivia, Perú y Chile con el claro objetivo de absorber y asimilar la música regional de cada país. Tras cuatro viajes intensos e iniciáticos, Mauricio se bautizó como Intiche (Inti en quechua es sol, y che, en mapundungun, es gente). Luego llegó la atracción por la electrónica, y en la función de todas sus influencias quedó establecido su abanico artístico. Después de dos EPs y dos álbumes, que funcionaron como aperitivo, llega Nawell, su nuevo y elogiadísimo trabajo, editado por Folcore, grabado en Alemania y masterizado en Colombia, que concentra (y actualiza) todo aquello aprendido en Latinoamérica y digerido en Europa: desde hace un tiempo, Mauricio vive en Berlín. Electrónica de autor, mantras sudamericanos, ritmos regionales y mucha inspiración para un disco que pide un lugar para la música latina en la aldea electrónica global.