Lourdes Hernández factura su mejor álbum desde la jungla angelina: diez canciones con alma y una nueva línea de expresión que guiña el ojo a universos ignotos.
Qué: Disco (edita Octubre/Sony)
Lourdes Hernández ha completado con este tercer álbum una cadencia de cuento de hadas: la tercera hija es la que sale de la botija, la que cumple el sueño, la que troca el hechizo en felicidad tangible. Sin menospreciar las virtudes de Fuerteventura, este álbum cocinado y sazonado en Los Ángeles es el mejor que ha hecho hasta ahora la madrileña. La cosa ya apuntaba alto con el sencillo de adelanto, Casper, un viaje por carreteras secundarias y moteles de quinta en el punto ciego de los neones. Las otras nueve canciones del disco matizan la impresión: no es que Russian Red sea ahora una chica mala, simplemente parece haber encontrado el vestido de noche que mejor le sienta. Canciones como Xabier le valdrán nuevos acólitos: un tema perfecto en el que se exploran todas las velocidades de los sentimientos. No se vayan todavía, aún hay más: el extraño y sugerente cierre melódico de Anthony, la embriagadora Neruda y su lentísimo crescendo, el magnetismo de apertura con Michael P y ese «lonely lonely when you’re gone» tan creíble… Russian Red suena a Edie Brickell tomando un café con Ingrid Olava mientras pincha Björk. Buena mezcla.
