Los catalanes vuelven la mirada hacia el tecno setentero y lo unen a sus habituales melodías añejas para dar un nuevo salto venial (nunca mortal) en su trayectoria discográfica.
Qué: Disco (edita Octubre/Sony)
Desde su base central en Psicobarna, cerca de la Marina y Bogatell, Sidonie vuelve a dar en el clavo. Siendo una banda impredecible por convicción, se las arregla para mantener una base identificable que le permite a un tiempo fidelizar clientela y abrir la puerta a nuevos acólitos. Axel Pi, Marc Ros (el hombre de las letras) y Jesús Senra unen fuerzas en un recorrido que tiene de todo, desde veneno a banda sonora, pasando por música de ascensor en una estación espacial. El primer sencillo ya deja claro que el reto del enamoramiento con los miles de oídos ávidos no va a ser facilón: más bien se aventura una relación convulsa y emocionante, llena de matices. Los títulos de las canciones también dan una pista: Yo soy la crema es un cortometraje sonoro de ironía rebosante, y Un día de mierda invita a compartir miserias, a entablar puentes de comprensión entre personas con la nube del Coyote siempre llorando encima de sus cabezas. Gainsbourg, por su parte, reclama el foco para ese toque decadente y algo oscuro que siempre acompaña a Sidonie. Un disco de altura que, además, tiene una excelente traslación al escenario.
