La banda valenciana lanza un segundo esfuerzo discográfico que, bajo la sabia batuta de Suso Saiz, tiene el efecto balsámico de los buenos guisos: menú suave que no precisa de picantes ni salsas para obtener todo el sabor.
Qué: Disco (edita Limbo Starr)
Suso Saiz (el sastre sonoro de Piratas, Planetas, Iván Ferreiro o Diego Vasallo) agarró aguja e hilo hace unos meses para guiar a Borja Mompó, los hermanos Jorge y Francisco Mollá y Pau Paredes en una colcha hecha de cariño, parca en colores estridentes y elegante en su sobriedad. Al parecer, porque así queda dibujado, la idea de uno y otros era fabricar un disco idóneo para intoxicarse lentamente, en una orgía serena de sensaciones. Sin prisa, con las pausas adecuadas. Así, las canciones preñadas de melancolía se fueron vistiendo poco a poco de abrazos electrónicos (suaves) y susurros que hipnotizan el alma sin esfuerzo. Los valencianos no conciben la creación estática: prefieren los saltos del color al blanco y negro, del calor al frío. La aparente sencillez se va convirtiendo poco a poco en una espiral de sensaciones a la que colabora decisivamente la instrumentación (con mención especial para las percusiones de Paredes) y la prosa desarmante de Mompó, un contador de historias capaz de parar el tiempo sin esfuerzo… y de reactivar el tic tac con idéntica maestría.
