La primera película del realizador argentino se desentiende de las formas cinematográficas para proponerse como una sátira política sobre el rol de los medios y las contradicciones de quienes trabajan en ellos.
Qué: Película (estreno en Argentina)
El disparador argumental de María libre es la enigmática desaparición de María, una chica devenida en líder revolucionaria. En su ciudad, ella es insignia de una generación, y sus adoradores se multiplican día a día. Adrián trabaja en la televisión local, más precisamente conduciendo un programa político, y resuelve ocuparse mediáticamente del caso. Así, convoca a una pareja de colaboradores que a menudo son invitados a su programa, para discutir el tema que los ocupa, y analizar las consecuencias que podría acarrear el misterio. Más allá de la trama –y muchísimo más allá de la realización, que se inscribe en lo que conocemos como «clase z»: una cámara descuidada, un montaje poco cinematográfico, actores amateurs, casi todos provenientes de Rosario–, lo que se expone en María libre es una postura frente a los medios y su capacidad para orientar su posición editorial para cruzarla con sus propios intereses. Una opera prima extraña –aunque encantadora–, de parte de un director que, en su debut, parece más interesado en el fondo que en la forma.