El cine del realizador argentino suele ser un golpe en la cara de la realidad social bonaerense, y su nueva película no es la excepción en absoluto: con un barrio marginal como escenario natural, relata la historia de un hombre que se propone mezclar el tango con el heavy metal.
Qué: Película (estreno en Argentina)
El derrotero cinematográfico de José Celestino Campusano lo es todo menos artificial. Sus películas, tan realistas que meten miedo, no suelen ajustarse a los paradigmas de las modas, ni siquiera a una formalidad tradicional: como sucede con la obra de Raúl Perrone, ver una cinta de Campusano es sumergirse en una historia generalmente marginal, cuyos actores no son precisamente actores de catálogo, al menos no los del circuito comercial. Fango no escapa a esa regla, sino que más bien la certifica: relata la historia de un hombre, ya entrado en los cincuenta, que se propone fusionar, con su grupo de música, el metal con el tango. Convoca para la tarea a «El Indio», quien arrastra un pasado complicado, que se inmiscuye sutilmente en la trama. El escenario, como suele suceder con Campusano, es una barrio suburbano de la Provincia de Buenos Aires, donde los recursos escasean y las cosas se arreglan como a principios de siglo: mano a mano, sin contemplaciones, testigos ni justicia ordinaria. Cine bruto, que es como se llama la productora del realizador argentino, un nombre que define a la perfección su mirada del mundo, que suele ser la que nadie quiere ver.