Entre la playa y la ciudad, entre la guitarra y la bicicleta, entre el folk y el pop. En todos esos sitios habitan las canciones de Mesopotamia, debut en disco de la cantautora rochense Florencia Núñez.
Qué: Disco (independiente)
La escena musical uruguaya se renueva y son varias las chicas que vienen dando la nota y apuntan a estar entre las revelaciones de la temporada: Ximena Bedó con el folk experimental de La cajita, Phoro en plan electropop y el esperado primer disco de la rochense Florencia Núñez, el delicioso cancionero Mesopotamia que abre con Qué planes tienes para el sábado, una pegadiza canción que define y anuncia los aires frescos y renovadores de la artista. Es un tema que no pasa inadvertido, que fue capaz de cautivar al público desprevenido que la escuchó la noche que abrió el show montevideano de la mexicana Carla Morrison, o de ser elegida por músico argentino Lisandro Aristimuño entre las canciones del año en su programa radial. Luego hay más, un viaje musical "mesopotámico", en el estricto sentido de desplazarse por diferentes ropajes musicales y estados de ánimo: un poco de jazz en Uff, melancolía en Siesta, apenas una subida de bossa nova en Tu nueva foto, para que quede claro que no había inocencia en el encantador toque naif de la primera canción, esa misma que empieza a extrañarse hasta que nos envuelven los aires oceánicos de Julio y San Juan, un veranillo que pronto deja paso al inesperado candombe de Cabo. El disco sigue, se va poniendo más pop, más urbano, hasta el cierre folk optimista de El futuro, quebrado por una lírica desesperanzada en la que Florencia Núñez deja bien claro que la canción –y acaso el amor– pueden ser necesarios cable a tierra.
«Mis canciones se van vistiendo, maquillando y peinando para el lado que les sienta mejor», dice Núñez, quien se encargó de la producción artística del grupo y de invitar a varios amigos a las grabaciones: Diego Rebella, Gonzalo Deniz, Martín Buscaglia, Guillermo Berta y Santiago Montoro, entre otros. «La banda también es responsable del rumbo que empieza a tomar la vestidura de cada canción. Por ahora no me he sentido incómoda con los caminos sonoros o rítmicos que han surgido; al contrario, me gusta hacer cosas que suenen diferente entre sí». Y esos desplazamientos son parte, como le gusta decir a la cantautora, del concepto "mesopotamia", una palabra que tiene una «sonoridad preciosa» y que encaja con las idas y vueltas de su vida. Florencia empezó a tocar la guitarra siendo adolescente, como una necesidad vital, y el instrumento se convirtió en su mejor compañía cuando a los dieciocho años emigró de Rocha a Montevideo para cursar licenciatura en Comunicación. Terminó la carrera, pero estaba más concentrada en esas canciones que empezaron a salir y que primero formaron parte de un EP que le abrió las primeras puertas. «Cuando me fui a Montevideo extrañaba, pero después me acostumbré y me encantó la ciudad. El tema era que no sentía una total pertenencia, ni a la ciudad ni a mi vida anterior en Rocha… era como estar entre dos ríos, que es la definición de "mesopotamia" que aprendí en el liceo». Hay algo sin duda especial en Rocha, tan cerca del océano al que le canta Jorge Drexler en varias de sus canciones, lugar de donde han salido proyectos folk como el de los argentinos Onda Vaga o el cantautor lisérgico Nico Molina. Es la tierra de una de las revelaciones de la actual canción uruguaya. No es poco.