Emblema de la autogestión permanente e incansable, el cantautor chileno reúne en su noveno álbum buena parte de lo expuesto hasta ahora y suma experimentaciones, sonidos nuevos y colaboraciones estelares.
Qué: Disco (independiente)
Javier Barría irrumpió allá por 2005, y desde entonces ha impuesto un promedio envidiable de un disco por año, como en las viejas épocas, cuando los cantautores no podían contener aquello que tenían para decir y resolvían publicar sin demasiada demora. Su última entrega, el inspirado Folclor, quizás sea su álbum más audaz: a su reconocido talento para construir canciones de autor que muestran más de lo que esconden ha sumado experimentación sonora. Así, a lo largo dell álbum se suceden ambientaciones, ritmos y señales de cambio que profundizan su búsqueda. Tal vez esta tendencia tenga que ver con su cercana relación con el encumbrado Jorge Drexler, a quien acompañó en su gira chilena, y quien le pone letra a la canción Villanela, uno de los momentos álgidos del disco. Que su título no engañe: lejos de las reducciones estilísticas, la oferta es mucho más amplia de que lo puede sugerir el término «folclor» y una gran prueba de fuego para un artista dispuesto a desmantelar inercias para lanzarse a un vacío en el que encuentra puntos altísimos y que valen la pena experimentar.
