El capo de La Cabra Mecánica se ha dado un paseo por el lado trotón del camino para facturar un disco cálido, que alterna bruma y brisa; excelente compañía para el cuentakilómetros. Gustará a los nostálgicos de los buenos y viejos tiempos de la canción de autor sin exceso de trascendencia.
Qué: Disco (edita Carne de Cañón/Warner)
Lichis es un echao p'alante, el listo del barrio, ese que no se anda con bromas en el día a día pero tiene los recursos para ponerse elegante cuando lo requiere la ocasión. En este otoño español ha dejado caer del árbol diez canciones de un ocre intenso; están dibujadas en modo avión, pero lucen encendidas como un tizón y parecen cocinadas a fuego lento. Lo bueno es que se pueden consumir a bocados, si se tercia, o paladearlas con fruición. El invento se grabó en Nueva York y, como toda opera prima que se precie (es su debut en solitario), exuda emociones diversas. Dinero por nada (¿guiño con mueca tristona a Dire Straits?) y la rabiosa Tics raros son los dos cortes emblemáticos del disco, el yin y el yan de un mismo caudal creativo que encauzó Joe Blaney en la producción y que contó con una pléyade de músicos estelares, encabezados por la guitarra mágica de Marc Ribot. Tal vez Buenos Aires encarna el lado más country del disco, una canción para recorrer carreteras secundarias sin prisa por llegar a destino. Televisión de madrugada, por su parte, elige el arcén de ese camino para no perder de vista el necesario contacto del cancionista con la amargura que le nutre. En suma, un trabajo catártico para Lichis, que le da voz para plantarse en nuevos nichos con la gallardía de quien se sabe preparado para el reto.