Miren Iza condensa en nueve cortes su entrañable modo de analizar la psique humana y los inexplicables motores de nuestros sentimientos. Narra sin dogmatizar. La música brota a seis manos, las de Miren, Carasueño y Charlie Bautista.
Qué: Disco (edita Gran Derby Records)
La avanzadilla, Oda al amor efímero, ya supuso una amenaza para las reservas de epítetos en las redacciones musiqueras. Lanzaba, además, un debate cuyo origen se remonta a la época de los faraones: ¿quién goza más, el gato acariciado o el acariciador del gato? Ahora llega el resto del arsenal: flores con (y sin) espinas que brotan de un arrullo mágico, el de Miren Iza, consagrado a escudriñar las cosas y casos del amor con una perspectiva universal. La irundarra se ha aliado con la sensibilidad probada de Carasueño (Javi Vicente, muy grande) y Charlie Bautista, con un resultado catártico: giro de 180 grados hacia la ensoñación trepidante, música que se desliza sobre patines de hielo y deja una estela plateada en forma de nueve fábulas sin moraleja definida: cada canción es un dulce caos de sensaciones e ideas que reflejan de modo armonioso la complejidad de cada ser humano. Los amantes del puente, por ejemplo, es una guía psicoamatoria para quienes creen tener alguna clave infalible en estas lides, y el sustrato (hay tantos sustratos como personas receptoras) podría ser algo así: no trates de comprender por qué siente lo que siente un corazón cualquiera en un momento dado. Ay, Los ilusos, Bosque o Casa también amenazan con zarandear las entrañas, pero… nada de eso. Las mecen. Pues eso. Pulgares arriba.