El periodista burgalés se sumerge hasta el cuello en el análisis del disco más salvaje de Andrés Calamaro, el que convirtió definitivamente al bonaerense en un grande de la música popular hispanohablante.
Qué: Libro (edita Lengua de Trapo)
La colección Cara B de Lengua de Trapo ya ha proporcionado material de primer orden (Nacho Vegas, Bunbury, Kortatu) a los amantes de la música porosa y variopinta, que gustan de indagar un poco sobre la naturaleza de los creadores y las circunstancias que rodean a determinadas contingencias en sus carreras. Darío Manrique aborda aquí el disco que hizo grande a un grande, Andrés Calamaro. Un agrandamiento entendido desde el impacto, dada la enormidad del personaje: una golosina para el biógrafo, total o parcial. Manrique se solaza en este pasaje de su trayectoria y lo hace con lupa, detalle y ese balance necesario para lo que califica como desmesura total: el disco más salvaje del salvaje, una tormenta de emociones en el proceso y el resultado. Son treinta y siete canciones desaforadas que mantienen su frescura, como si el genio que las fabricó hubiera incluido una capa de formol bajo la epidermis colectiva del repertorio. La ruptura amorosa de Calamaro alimentó ese borbotón compositivo que gestó el doble álbum, que Manrique disecciona en un número de capítulos coincidente con las canciones que tiene el disco. Testimonios de Javier Calamaro, Coti Sorokin o Diego A. Manrique, entre muchos otros, alimentan la honesta y brutal intrahistoria de este trabajo editado hace dieciséis años, al que esta obra insufla nuevos bríos.