Rita no vuelve, porque tiene la buena costumbre de no marcharse. Simplemente muda de piel: se pone un vestido nuevo y lo luce con galanura, dejando ver el mismo talle de siempre. El Caribe y su haz de luz son de nuevo el escenario elegido por una cronista tan imaginativa como certera.
Qué: Libro (edita Periférica)
La aproximación a la literatura de Rita Indiana Hernández no es fácil, como ocurre con muchas cosas gozosas de la vida. La autora dominicana lleva tres lustros dando muestras de su capacidad comunicativa en muchas áreas, con especial hincapié en la escritura y la música. En todas y cada una de sus manifestaciones creativas eligió cargar con la responsabilidad de colmar miles de vasos con la técnica del goteo feroz: su mundo hiperbólico está, sin embargo, atado a la tierra por lazos de inusitada solidez. Cuando narra, Rita pinta: ora puntillista, ora cubista, felizmente encaramada a un cuerpo modiglianesco (ningún convencionalismo o corriente es capaz de amarrarla) que le brinda una perspectiva singular de la realidad y sus conexiones con el mundo mágico del Caribe. En esta novela ataca la relación entre las creencias arcanas y las mundanas, la tradición y la vanguardia: lo hace mezclando las imágenes con los olores y el relato con la contemplación de ese universo bizarro que al final se hace común a los ojos del que sabe mirar. La autora, que en el pasado pintó sus vertiginosas historias de colores abigarrados, elige ahora templar impulsos y poner su capacidad al servicio del ritmo, sin rehuir temas sensibles –más bien se solaza en ellos– como la corrupción endémica, el sexo y sus tabúes, el irrespeto al medio ambiente y las líneas que marcan la división de clases.