Cinco años después de la última sinalefa de cosecha propia, la banda de Granada regresa con material nuevo: cuatro temas con el sello planetario en plena frente.
Qué: EP (edita El Segell del Primavera)
Un lustro de silencio es mucho tiempo. Silencio relativo, eso sí, al material nuevo en ese espacio temporal. La inconfundible voz de Jota es el mascarón de proa de este EP de cuatro temas que resumen en diecisiete minutos la idiosincrasia exhibida por el grupo en estos últimos veinticinco años. El duendecillo verde, tema de apertura, cortito y lapidario, sale de las entrañas: Jota, con ese soniquete lánguido que se hace hamaca en las últimas sílabas de cada verso, lidera con la contundencia de siempre un desahogo coral, lleno de sorna y rabia. Motores de combustión se impregna justo después de esa atmósfera densa tan planetaria, con guiños (embutidos en traje pop) al ruidismo de los hermanos Reid; con Estadística llegan de la mano la ternura y la amargura, una misma desinencia e idéntica raíz sensorial en conceptos que, sin ser antagónicos, parecen obedecer a distintos amos. La reflexión abunda en el hecho de querer y ser querido, como anhelo y regalo, en el orden que marque la enloquecida diosa Fortuna. El cierre de Heroína (Bulerías del Torta) trae a Morente (el caudal de luz, el brujo) echando un pulso con The Cure, la sombra de un gigante proyectada en las bocas pétreas de Sacromonte.