La espera coronada con sabor es dulce por decantación, pero si el cocinado es realmente mágico, también puede servirse al punto de sal, con la sazón medida. Al final fueron tres años que se pasaron rápido…
Qué: Disco (edita Esmerarte)
La extensa gira de Atlántico dilató la vida de este álbum poliédrico, puente de dos (o mil) direcciones entre continentes, y también la experiencia vital americana de Xoel López, un tipo sin miedo a los clichés (como el del gallego emigrante: a la vista está) que tiene la bendita maldición de hacer canciones maravillosas y revestirlas de sencillez, aunque una mirada auditiva más cercana revele la complejidad de cada viaje introspectivo hecho canción. Doce más una de esas creaciones encierra Paramales, un disco con título-juego de palabras de dos (o dos mil) posibles soluciones acertadas. Cada tema ha sido alimentado con pasto fresco, baños alternativos de rocío y sal, amargura y alegría, rencor y esperanza. Oír, como se oye en el tema Caracoles, que algunos días se convierten en una laberinto de mierda es reparador para el cien por cien de los escuchantes, Teseos sin hilos ni Ariadnas salvadoras, o Ariadnas deshilachadas y faltas de deseo por ningún Teseo. La casa hace ruido cuando te vas está compuesta por la multitalentosa Lola García, compañera de vida de Xoel, que lleva su probado dominio del lente al punteo galante de las palabras, en una metáfora sostenida (los muros que sienten y padecen) que ya cautivara en su día a Marc Parrot. El gallego juega repetidamente con el mensaje apocalíptico envuelto en media sonrisa, como en Yo solo quería que me llevaras a bailar o Almas del Norte, la canción en las que mueren las estrellas y las almas ennegrecidas, o Todo lo que merezcas, la rabia tras la decepción, el caramelo con veteado de hiel que inmortalizara Silvio en Ojalá y que aquí deviene en desamor irritado, el culmen del mal de ojo. En lo musical, Xoel sigue viajando con elegancia, desde el deje de canción ligera al toque percusivo caribeño, las aires de la Pampa, la rítmica bahiana, el punto nostálgico del acordeón, los violines cómplices de las emociones reprimidas, el guiño circense… puede con todo.