En su octavo álbum, el músico de Alagoas recupera sus raíces rockeras de antaño y las combina con un pop fino y elegante, acompañado de varios cantautores iberoamericanos. El resultado es su mejor trabajo de los últimos años.
Qué: Disco (edita Deck Discs)
La trayectoria de Wado es lo suficientemente sólida como para que sus fans le sigan a donde vaya. Sin embargo no deja de sorprender que en 1977, su octavo disco, camine por una senda cercana a los sonidos del pop anglosajón, dejando de lado la «brasilidade» de sus anteriores trabajos. Aquí, descolocando seguramente a más de uno, no hay nada de samba o similares, y sí abundan las guitarras rockeras, como por ejemplo en Lar y Deita, algo que no se escuchaba desde su tercer disco, el imprescindible A farsa do samba nublado, editado en 2004. También encontramos temas de gran carga emocional sobre la madurez –la bella Menino velho, con melodía conducida por el piano y arreglo de cuerdas sintetizadas– y pop basado en guitarras acústicas –como en Palavra escondida. Otra seña de identidad a destacar es el diálogo que entabla el músico de Alagoas con colegas de otros países iberoamericanos que aparecen en el disco: las participaciones del uruguayo Gonzalo Deniz (aka Franny Glass) en Mundo hostil, y del portugués Samuel Uria en Deita son dos de los puntos culminantes del álbum, en el que también se lucen la argentina Belén Natali –de Mateo de la Luna–, que comparte voces con otro portugués, O Martim, en Condensa; o la mexicana Graciela María en Galo. En su conjunto, 1977 suena como un pequeño compendio de lo mejor del pop sensible de los cantautores latinos modernos.
