Amanece despacio en el Caribe. También en el Pacífico. La banda colombiana ha encontrado su canal de Panamá (y un puente sobre el Atlántico, hasta África) en este despertar venturoso que sigue electrificando y coloreando los sonidos de la madre Natura.
Qué: Disco (edita Octubre/Sony Music)
En Santa Marta, no tan lejos de la Barranquilla a donde fue el caimán, el mar muerde la bahía con las montañas nevadas de fondo. Allí murió Bolívar: allí nació Liliana Saumet, responsable del impulso caribeño de Bomba Estéreo, la banda que no cabe en ningún anaquel, el crisol de estilos que libera mentes y rodillas por todo el planeta: un «fuego» (recuerdan aquella rola, claro: abrasadora) que estalla al paso, en sacudidas de placer. Simón y Julián escoltan a la hechicera costeña en la instrumentación: con Amanecer han llevado su mixtura de tradición y electrónica al máximo exponente, desde el tema homónimo que abre la producción al carnavalero Fiesta (África, reggae, bajo y champeta) o la vibrante Soy yo, himno que celebra la aproximación relajá a las tribulaciones de la vida. La producción del californiano Ricky Reed ha regado el invento de pinceladas hiphoperas. El toque diferenciador con anteriores apuestas viene de la experimentación y la superabundancia de sellos en el pasaporte: la primera visita del grupo a África puso a los colombianos en contacto con el origen de su tradición rítmica. La experiencia se ha traducido en un enriquecimiento sonoro que, lejos de convertirse en colección de capas photoshoperas, ha servido para aumentar la paleta de colores y velocidades. Solo tú, puro hedonismo, da paso a un cierre, Raíz, que se erige en ejemplo de lo bien que sienta Bomba Estéreo cuando se sirve como slow food.