Después del disco en colaboración con Kiko Veneno, el montevideano Martín Buscaglia encontró un compañero tan inesperado como excéntrico. Se llama Antolín, reconocido en el under montevideano por sus presentaciones a capella y creador del género «Pos-Anto». El resultado es Experiencias musicales, un divertimento fresco, audaz y salvaje.
Qué: Disco (edita Los Años Luz)
Martín Buscaglia no para. Mete un proyecto atrás del otro, siempre inesperados, como lo fue la reunión en Montevideo con Kiko Veneno (El pimiento indomable, 2013), o la publicación de un disco solo, sin banda y sin hombre-orquesta, en plan guitarra y voz (Somos libres, 2014), versionando temas de otros, a pura memoria y talento.
Esta vez se metió en un estudio de grabación con una leyenda montevideana: Antolín. Lo vio por primera vez a finales de los años ochenta, en un festival under, en la que fuera una de las primeras presentaciones del fascinante personaje creado por Manuel Núñez. Lo vio muchas otras veces y continuó magnetizado con las canciones disléxicas de Antolín, la mayoría de las veces lanzadas por el performer sin instrumentación alguna, o bien acompañado por músicos de primera línea como Gonzalo Gravina y Luis Jorge Martínez, ambos jazzeros que vieron en las líneas vocales de Antolín la posibilidad de improvisar al máximo. Grandes como Osvaldo Fattoruso, Urbano Moraes y Bolsa Amuedo también llegaron a compartir escena con el autor de himnos bizarros como Jeremías y Mi pantalón cojinche.
El plan que le ofreció Buscaglia a Antolín, sin embargo, está en las antípodas del free-jazz: Experiencias musicales supone un acercamiento al universo pop del que –asegura Buscaglia– baja Antolín sus canciones. Lo primero que hicieron fue grabar las bases, o sea las voces, todas en primera toma. Luego, fue el turno para que Martín volviera visible lo que nadie jamás había escuchado antes. En definitiva, una tarea con altas dosis de juego pero también de rigor, acercándose formalmente al espíritu de un traductor. Es de esta manera que este álbum, muy lejos de toda superficial intención bizarra, recorre el camino contrario: el de acercarnos a una poética naif y sorprendentemente pura.