La banda de Andrés Gualdrón, Sergio González, Santiago Jiménez y Diego Rozo encuentra en su primer «extended play» una excusa para mandar al traste el incómodo nombre personal que se anteponía a su trabajo colectivo.
Qué: EP (independiente)
Desde que iniciara su trabajo como solista, Andrés Gualdrón encontró guarida para su bestiario en la mente de tres individuos que engranaron a la perfección con su imaginación y avanzaron hacia una misma dirección: canción experimental, ruido, improvisación, delirio pop y desmadre. Dos discos bastaron para que Andrés Gualdrón y Los Animales Blancos se situaran en la corriente más arriesgada del panorama sonoro colombiano de la presente década y tomaran una decisión pendiente: borrar de un tajo ese nombre propio que antecedía al de la banda y así dejar por escrito que entre ellos prima el grupo. Así lo demuestra La vaca, el reciente EP de seis canciones. Gualdrón es el responsable de El aguijón, casi una preciosa canción infantil con retahíla incluida, junto a Tocaima y La vaca que llevan impresas el germen estético de la banda: criaturas, paisajes y contextos alterados que recorren pasajes sonoros expresivos y libres. Por su parte, Sergio González aporta los dos temas más sugestivos del trabajo: Político ladrón, un deseo popular expresado con sardonia en las voces de Gualdrón y Carolina Cárdenas –cantante de la banda Sauti– , y Los siempreniños, una aguda mirada lisérgica y tropical sobre un sector de la juventud –ya no tan joven– que se desplaza detrás de cada tendencia. El EP finaliza con Baila, una pequeña pieza de jazz firmada e interpretada por los cuatro miembros de la banda junto al pianista Ricardo Gallo, que paradójicamente se antoja menos bailable que las demás pero resume imaginación, el quid de Animales Blancos.
